sábado

¡FELIZ NAVIDAD!

En la vida sólo hay cuatro cuestiones importantes:
qué es sagrado, de qué está hecho el espíritu, para qué vale la pena vivir, y para qué vale la pena morir.
Sólo existe una respuesta: el amor.


Don Juan de Marco (Jeremy Leven, 1995)


¡FELIZ NAVIDAD!

viernes

24 de diciembre. Cuarto Viernes

Si peleamos contra el mal, peleemos contra el más terrible de todos: la indiferencia

Patch Adams (Tom Shadyac, 1998)
El Corazón de Cristo se nos ofrece a los cristianos y a toda la humanidad como el icono del Corazón de Dios: en sus afectos, sus sentimientos y sus deseos podemos conocer los afectos, sentimientos y deseos de Dios. En el Corazón de Cristo, Dios nos revela su intimidad: su amor total, su humildad y su compasión. El amor de Dios se nos manifiesta como un amor que nos ama totalmente con todo lo que El es, y que nos ama completamente con todo lo que nosotros somos. (…)

Y este amor también se nos ofrece como espacio de encuentro y de reencuentro para acercarnos, como camino de reconciliación para sacarnos del aislamiento. Puestos en el Corazón humilde de Dios podemos ser pacientes, bondadosos, comprensivos unos con otros; allí podemos no avergonzarnos de nuestras debilidades y de la necesidad de otros con la que todos andamos. La humildad con la que Dios se abaja y se despoja nos invita a perderle el miedo al abajamiento y al despojo propio, a la verdad, nos dispone a reconocer y llevar nuestra propia pequeñez y la de los demás, nos capacita para sostenernos y perdonarnos las faltas y defectos diarios. La humildad de Dios nos va haciendo humildes en el trato con los demás. (…)
La compasión toca esencialmente al Corazón de ese Dios que, para salvar a la humanidad herida, tuvo la audacia de inclinarse tan profundamente sobre ella que llegó a encarnarse, a hacerse uno con ella.

La compasión de Jesús es la de Dios. No es una simple reacción afectiva, es una reacción crítica, que tiene el valor de actuar contra la falta de sensibilidad, contra la indiferencia, contra el embotamiento social, contra todo lo que hiere a la humanidad. Dios se ha tomado en serio nuestras heridas, y no las acoge pasivamente. Jesús integra esta herida en su vida y en su cuerpo. Movido por la compasión, Jesús sale al encuentro del sufrimiento de la humanidad para curar, liberar, reconciliar. En El, sufrimiento y amor se unen y por El hallamos en el corazón de todo sufrimiento humano el Corazón de Dios.
Sofía Baranda, rcj

Para que luchemos denodadamente contra la indiferencia, para que fomentemos los sentimientos de compasión en nuestros corazones y en los de nuestros hermanos...
¡Ven, Señor Jesús!

jueves

23 de diciembre. Cuarto Jueves

Segunda estrella a la derecha;
rumbo hacia el mañana

Star Trek: Aquel país desconocido (Nicholas Meyer, 1994)
 «En la causa del Reino no hay tiempo para mirar para atrás, y menos para dejarse llevar de la pereza» (Novo millennio ineunte : NMI 15). El cristiano no pone la mano en el arado de la vida y de la historia para mirar hacia atrás, sino para labrar la tierra que tiene por delante. (…)

O nos definimos en nuestra esencia y en nuestro mismo ser vital o sucumbiremos absorbidos por otras identidades. Salvaremos la identidad cristiana si creemos, amamos y vivimos coherentemente el misterio de la persona y de la misión de Jesús de Nazaret, mesías, hijo de María e Hijo de Dios, palabra y revelación definitiva del Padre, redentor del hombre y del cosmos, presente viva y eficazmente en la historia mediante la acción de su Espíritu divino. (…)

La experiencia histórica del segundo milenio cristiano abogó por la división y la diversidad, rompiendo la tela inconsútil de la única Iglesia de Cristo. El tercer milenio está abogando por la comunión y convocación de todos en la única Iglesia de Cristo, por más que éstas sean todavía imperfectas e incompletas.

En nuestra identidad cristiana no podemos hacer caso omiso de la penosa división, ni de las consecuencias que de ella se derivan en la concepción teológica y en las actitudes y comportamientos prácticos.

Pero la invocación de Cristo ut unum sint «es, a la vez, imperativo que nos obliga, fuerza que nos sostiene y saludable reproche por nuestra desidia y estrechez de corazón» (NMI 48).

En virtud de nuestra identidad cristiana, con todo, podemos juntos rezar el credo apostólico, juntos leer y meditar el Evangelio, juntos rezar el padrenuestro, juntos llevar a cabo la colaboración de la caridad y, sobre todo, el gran ecumenismo de la santidad y del martirio (cf NMI 48). .

Mirando hacia el futuro del ecumenismo el Card. Walter Kasper ha dicho: «Tenemos una cosa importante que hacer en el curso del siglo XXI en el que estamos: buscar comprender, interesarnos por el problema, profundizarlo, acercarnos a él con simpatía, con apertura de espíritu, hasta el punto que nos convenzamos de la necesidad de pedir al Señor que nos conceda ser uno en la alabanza y en la adoración. El ecumenismo no es un accesorio. La cosa más importante es estar convencido de que no es una opción»
Revista Ecclesia

Porque como Iglesia debemos recordar el valor de la Unidad dentro de la diversidad, y fijarnos en los puntos en común que nos definen como Cristianos, y esforzarnos por un futuro con el común fin de propagar Tu mensaje...
¡Ven, Señor Jesús!

miércoles

22 de diciembre. Cuarto Miércoles

No eres tu cuenta corriente.
No eres el coche que tienes,
ni el contenido de tu billetera.

El club de la lucha (David Fincher, 1999)
Ser uno mismo constituye una fuerza natural (…). Este poder oculto puede transformar nuestra existencia.

La fatiga es síntoma frecuente entre quienes han suprimido su verdadero yo. En realidad no están cansados, sino hastiados de no ser ellos mismos. No ser quienes en verdad somos implica un trabajo extenuante. La persona auténtica no disipa su energía interior en contradicciones. Su rectitud consigo misma reduce los conflictos psíquicos, y se siente viva, llena de ímpetus.

Cuando tal persona es motivada por lo que más le interesa, su energía entra en acción. No desperdicia energías en conflictos ni en falsedades. Sabe adónde va. Y al ser como es, moviliza la energía de los demás, inspirándolos. Con sólo ser él mismo, está indicando lo que hay que hacer.

El ser humano auténtico como no derrocha energía en proteger un ego tembloroso, tiene energía suficiente para irradiarla sobre sí misma y sobre los demás; es capaz de amarse a sí mismo y, por lo tanto, a los demás. Cuando no somos auténticos proyectamos desasosiego.

No resulta fácil vencer en la lucha por ser auténtico. Es una empresa de toda la vida. He aquí algunas maneras de iniciar la senda: esté consciente de lo que sucede en su vida, interior y exteriormente; escuche el diálogo interior y esté atento al devenir de la vida; acepte la idea de que no hay nada malo en ser diferente a los demás; busque sus convicciones más profundas y defiéndalas, viva por ellas; aprenda a estar a solas, la soledad es la clave del autoconocimiento, pues en ella aprendemos a distinguir lo falso y lo verdadero. (…)

La autenticidad es una fuerza sensibilizadora y una bendición. Surge de sentirse a gusto consigo mismo y, por ende, en el universo. Constituye el mayor poder del mundo: el de ser nosotros mismos.
Ardis Whitman

Porque deseamos ser auténticos, olvidarnos de apariencias, centrarnos en lo que somos más que en lo que tenemos...
¡Ven, Señor Jesús!

martes

21 de diciembre. Cuarto Martes

Sólo hay que creer

Descubriendo Nunca Jamás (Marc Forster, 2004)

Conocer a Dios en sí mismo, en su intimidad, se nos escapa por entero. No se conoce a Dios de hombre a hombre. Dios es un mundo nuevo e inaccesible al hombre. Para alcanzar es mundo nuevo, inaccesible, se nos da un verdadero sexto sentido: la Fe.

Lo que es la vida para la planta, el sistema nervioso para el animal, o el pensamiento para el hombre en relación con el mundo visible que lo rodea, eso es la Fe respecto al mundo secreto de Dios: un puente que sirve de unión entre Dios y el hombre.

La Fe abre al hombre a una nueva dimensión prodigiosa. Más allá de los límites de su naturaleza y de su universo, lo hace apo para descubrir una supernaturaleza, una sobrenaturaleza, lo sobrenatural, lo que está por encima de nuestros sentidos o de nuestra razón, el mundo de Dios en sí mismo. El hombre alcanza entonces lo ilimitado, ha encontrado una plenitud indescriptible. Dios mismo comparte sus secretos con él. (...)

La Fe está hecha de dos elementos inseparables: es luz, pero una luz que brilla en la noche, es decir, en las tinieblas, en la oscuridad. La luz no es el pleno sol del mediodía, que no deja ningún detalle a oscuras, porque lo ilumina todo. Es una luz, pero en la oscuridad.

Como las estrellas del cielo, como los focos que jalonan la pista de aterrizaje para orientar al aviador que acaba de recorrer miles de kilómetros en la noche, o como los faros del automovilista cuyo fugor ilumina la ruta aunque el paisaje de en torno permanece oscuro, la Fe nos guía en un camino rodeado de oscuridad. Pero es luz en la noche, insistimos. Eso es lo que hace la vida de la Fe preciosa y difícil. Porque es Luz, le pedimos que responda a todas nuestras interrogaciones, y nos decepciona que no lo haga. Siempre quedarán zonas en penumbra, pero lo esencial es el rayo luminoso que entreabre el camino en medio de las tinieblas.
De Nazaret, Fraternidad Marianista de Valladolid

Para que renazca contigo nuestra Fe...
¡Ven, Señor Jesús!

lunes

20 de diciembre. Cuarto Lunes

Lo que hacemos en la vida
tiene su eco en la Eternidad

Gladiator (Ridley Scott, 2000)
La comprensión de que somos básicamente seres humanos semejantes que buscan felicidad e intentan evitar el sufrimiento, es muy útil para desarrollar un sentido de fraternidad, un sentimiento cálido de amor y compasión por los demás. Esto, a su vez, es esencial si queremos sobrevivir en él, cada vez más reducido, mundo en el que vivimos. Porque si cada uno de nosotros buscamos egoísticamente sólo lo que creemos que nos interesa, sin preocuparnos de las necesidades de los demás, acabaremos no sólo haciendo daño a los demás, sino también a nosotros mismos. Este hecho se ha visto claramente a lo largo de este siglo. Sabemos que hacer una guerra nuclear hoy, por ejemplo, sería una forma de suicidio; o que contaminar la atmósfera o el océano para conseguir un beneficio a corto plazo, sería destruir la base misma de nuestra supervivencia. Puesto que los individuos y las naciones están volviéndose cada vez más interdependientes, no tenemos más remedio que desarrollar lo que yo llamo un sentido de responsabilidad universal.

La responsabilidad no descansa sólo en los líderes de nuestros países o en aquéllos que han sido elegidos para hacer un tabajo concreto. Está individualmente en cada uno de nosotros. La paz empieza dentro de cada uno. Cuando poseemos paz interior, podemos estar en paz con todos a nuestro alrededor. Cuando nuestra comunidad está en un estado de paz, esta paz puede ser compartida con nuestras comunidades vecinas. Cuando sentimos amor y bondad hacia los demás, esto no sólo hace que los demás se sientan amados y protegidos, sino que nos ayuda también a nosotros a desarrollar paz y felicidad interior. Y hay maneras en las que podemos trabajar conscientemente para desarrollar sentimientos de amor y bondad. Para algunos de nosotros, la forma más efectiva de hacerlo es a través de las prácticas religiosas. Para otros, pueden ser prácticas no religiosas. Lo importante es que cada uno de nosotros hagamos un esfuerzo sincero de tomar seriamente nuestra responsabilidad por los demás y por el medio ambiente.
Dalai Lama

Para que aceptemos que cada uno de nuestros actos tiene una consecuencia, y para que, por ello, midamos cuidadosamente nuestras acciones...
¡Ven, Señor Jesús!

domingo

19 de diciembre. Cuarto Domingo

Nadie es perfecto...

Con faldas y a lo loco (Billy Wilder, 1959)
Más difícil que perdonar a alguien, que ya es de sumo bien difícil, es perdonarse a uno mismo de los errores y de las equivocaciones que hemos tenido que nos han dañado mucho. Sí, algunas veces lo que más cuesta es aceptar y perdonar que hicimos lo menos inteligente, que nos equivocamos a pesar de que todo el mundo nos advirtió el error, que todas las marcas de la vida nos llevaban a un camino o una decisión distinta. Estoy pensando en personas que eligieron a la persona equivocada y ahora no entienden cómo fue que lo hicieron y no se perdonan haber sido tan estúpidas. Pienso en las personas que pelearon y ofendieron, sin ninguna razón, a alguien que aman y que ahora están sufriendo las consecuencias de su inconsciente acción, por ejemplo. Me refiero, también, a aquellos que, por debilidad de carácter o por creer que era lo mejor, han actuado de una manera de que hoy se arrepienten. Esa falta de perdón a uno mismo se manifiesta en una tristeza, en un desgano y un volver constantemente sobre la misma situación. (...)

Hay que vivir el presente. No puedes quedarte anclado en lo que ya pasó. Es necesario comprender que tu sentimiento es presente, pero la situación es del pasado. Esto es, sobre tu sentimiento puedes actuar; pero no sobre la situación que ya aconteció, esa no se puede variar. Esto lo digo para que caigas en cuenta de que seguir sufriendo por algo que ya no puedes variar, no es inteligente.

Una fuente clara de la falta de perdón uno mismo es el orgullo. Cuando nos sentimos más de lo que somos, o creemos que la felicidad está planteada en términos de perfección, y eso no es cierto. Nadie es perfecto, todos fallamos y comentemos errores. Por eso, si queremos ser felices tendremos que aceptarnos tal cual somos, asumiendo nuestra condición frágil y tratando de dar lo mejor en cada una de las acciones que realizamos. Si fallaste tienes que reconocerlo y darte cuenta de que no por ese error has perdido todo el valor que tienes. (...)

Aceptarse tal cual se es, y querer ser mejor. Sí, no hay otra, eres ese y sólo ese. ¿Para qué soñar con lo que no eres? Más bien acéptate tal cual y trata de mejorar. Esa es la única forma de crecer y de ser feliz. Asumir las fallas que se tienen y proyectarse de la mejor manera. Es descubrir que si estoy vivo es porque puedo salir adelante y ser feliz, ya que siempre tendré una nueva oportunidad.

El que no se perdona no se ama. No hay experiencias de amor que no pasen por la experiencia del perdón. El amor es real y reconoce las fallas del otro. Son el enamoramiento y el pensamiento narcisista los que nos montan en una burbuja mentirosa en la que no existen fallas, ni errores. La realidad supone fallas y tenemos que aprender a vivir con ellas y a salir adelante.

Dios siempre te perdona ¿por qué te vas a negar ese perdón? Dios siempre te da una nueva oportunidad ¿por qué te la vas a negar?
Padre Alberto José Linero

Porque necesitamos perdonar y perdonarnos, asumir que cada persona es como es, y aprender a amar a los demás con sus defectos y limitaciones...
¡Ven, Señor Jesús!