martes

7 de diciembre. Segundo Martes

- Le prometí que no le ocurriría nada
- ¿A quién se le ocurre prometer eso?
¡No puedes impedir que le pasen cosas!

Buscando a Nemo (Andrew Stanton & Lee Unkreech, 2003)


Es básicamente imposible que pueda ser feliz un niño abandonado, sin la tutela de una familia, dejado a su suerte o criado sin las mínimas condiciones de auténtica educación por una madre también abandonada a su vez. Más imposible todavía para los niños en la calle o de la calle. Hay un matiz entre estos dos conceptos: niño en la calle es el que se pasa el día vagabundeando, pero al anochecer vuelve a casa. El niño de la calle ni siquiera a la noche va a casa, porque le falta completamente ésta. Muchos de estos niños deben recurrir a actividades ilegales para poder sobrevivir, sin olvidar su explotación como mano de obra barata por patronos sin escrúpulos, incluso en trabajos difíciles y peligrosos, imposibilitándoles su derecho a la educación. Son millones en el mundo los pequeños que son reclutados, entrenados y estimulados por criminales adultos para participar en acciones ilegales: comercio de drogas, robos, pornografía, sin olvidar la esclavitud laboral y los niños soldados. Los poderes públicos y las instituciones sociales deben tratar de ayudar a estos niños carentes de todo, a fin de evitar que caigan en la delincuencia y se puedan incorporar a la sociedad antes que sean una grave lacra social.

Es indiscutible que la única solución para resolver este problema consiste en tratar de promover y aumentar las familias bien constituidas, que sepan ser responsables de sus hijos a quienes quieren y educan y por los que trabajan para sacarlos adelante.

Pero tampoco es bueno el extremo contrario: los niños hiperprotegidos acostumbrados a no hacer el más mínimo esfuerzo y a que siempre se satisfagan sus deseos, educados en la comodidad, en el olvido de las necesidades de los demás y en el egoísmo del consumismo también comienzan su vida con una auténtica discapacidad moral.
P. Pedro Trevijano
 
Para que los padres seamos capaces de educar con responsabilidad en el amor, la independencia y la autoestima...
¡Ven, Señor Jesús!

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